
CARRERA EN CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN SOCIAL DE LA UNL
"Por un Periodismo Responsable"
La chancleta informativa
UN DÍA CON YADIRA GUAMÁN, LA MARCHISTA DEL SUR
Por Mario Román
Las posibilidades de llegar al éxito son infinitas; el sacrificio trae recompensas. Eso fue lo que le pasó a Yadira Alexandra Guamán Masa, una de las marchistas olímpicas más destacadas de nuestro país, a sus 29 años de edad. Ella ha logrado, con la camiseta lojana, cumplir muchos de sus sueños que la han convertido en una deportista de élite: ella ha sido campeona nacional, sudamericana y medallista continental de la disciplina que practica.
Acompañamos a esta atleta a una de sus jornadas para conocer la otra cara detrás de sus logros. Son las siete de la mañana de un viernes en Loja. El estadio Reina del Cisne, antes llamado Federativo, es el escenario donde esta talentosa mujer, oriunda de Zamora Chinchipe aunque formada como deportista en Loja, se prepara desde que era una niña.
Entre risas y murmullos llega junto con su hermana Janeth, quien la acompaña a diario; Yadira es la mayor de cinco hermanos. Ambas se muestran joviales y alegres mientras calientan antes de empezar con su entrenamiento. Las dos son inseparables.
Mientras calienta, la marchista hace un resumen de su éxito deportivo. Dice que “la constancia y la disciplina son la base para todo lo que nos propongamos, sin dejar de lado el apoyo de mis padres, de mis entrenadores, que ha sido fundamental”. Le pedimos que se defina en pocas palabras y lo hace “Me considero una persona humilde, honesta, que le gusta lo que hace que es el deporte y que ama cada cosa que hace”.
A la atleta le gusta trabajar bajo presión, algo que asiente su hermana Janeth. “Eso es lo que me motiva más, mi hermana en ese sentido es más rigurosa y disciplinada pero, a mi si no presionan a veces no lo hago bien, quizás eso y el sentirme confiada son defectos que tengo”. En voz baja Janeth le dice que “es una vaga que se queda dormida”. Ambas ríen por la infidencia.

Impresiona, de entrada, por lo menos para un mortal que no está en el grupo de los atletas de alto rendimiento, la resistencia y el nivel de las hermanas Guamán. Son las diez de la mañana y finalmente termina el entrenamiento de la jornada, que es apenas el abreboca de un día en el cual el esfuerzo físico y mental es la norma.
A la atleta le gusta trabajar bajo presión, algo que asiente su hermana Janeth. “Eso es lo que me motiva más, mi hermana en ese sentido es más rigurosa y disciplinada pero, a mi si no presionan a veces no lo hago bien, quizás eso y el sentirme confiada son defectos que tengo”. En voz baja Janeth le dice que “es una vaga que se queda dormida”. Ambas ríen por la infidencia.
Impresiona, de entrada, por lo menos para un mortal que no está en el grupo de los atletas de alto rendimiento, la resistencia y el nivel de las hermanas Guamán. Son las diez de la mañana y finalmente termina el entrenamiento de la jornada, que es apenas el abreboca de un día en el cual el esfuerzo físico y mental es la norma.
Mientras se seca el sudor de su rostro, Yadira nos comenta que “a diario entreno entre tres a tres horas y media en las mañanas”. Ese esfuerzo se sustenta en una adecuada alimentación y descanso. “La alimentación es muy importante para un deportista, en mi caso desayuno dos veces en la mañana: la primera a las seis, cuando me levanto, y la segunda luego de entrenar. Si estás bien alimentado ayudas a que tu cuerpo responda de la mejor manera”.
El entrenamiento culminó y nos dirigimos con Yadira a la casa donde vivió por muchos años antes de independizarse y vivir sola. Durante el trayecto nos cuenta que desde hace tres años ya no reside con sus hermanos y que ha sido duro el separarse de su familia. “Mis padres desde que era pequeña siempre me inculcaron buenos valores y me decían que pase lo que pase siempre tengo que seguir adelante y terminar mis metas, lo que me proponga. Mi padre me inculcó a nunca renunciar, a nunca darme por vencida y gracias a esos consejos he logrado mucha cosas importante a nivel personal y sobre todo en el deporte”. Todos los días luego del entrenamiento va a visitar a su familia y prácticamente comparte todo el día con ellos.
Todos sus premios se encuentran decorando la sala de su antigua casa. Las medallas abundan, no solo de competencias ganadas dentro de la ciudad o el país, si de pruebas internacionales, así como trofeos de diferentes formas y de todos los tamaños, placas conmemorativas, en fin. Una gran cantidad de hazañas y reconocimientos que gracias al esfuerzo ha logrado Yadira a lo largo de toda su carrera deportiva.Aún recuerda su primera competencia, donde obtuvo el primer reconocimiento en la marcha, en un Campeonato Nacional desarrollado en Azogues, donde quedo tercera. A pesar de que logró el bronce, se trata de uno de sus trofeos más recordados.
Con orgullo dice que una de sus primeras medallas internacionales la obtuvo en Chile: se consagró campeona juvenil. Después fue monarca de la categoría Sub 23 en Argentina y Colombia. Nuevamente en Buenos Aires, en los Juegos Sudamericanos, repitió el éxito. Como si lo anterior fuera poco, obtuvo la tercera posición en los Juegos Panamericanos en Brasil. En total son más de 20 países, los cuales han visto pasar el talento de Yadira por calles, estadios, pistas y demás lugares de competencia.
A lo anterior se suma el premio mayor: haber llegado a siete mundiales de marcha, dos juegos panamericanos, dos sudamericanos y los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Con una gran sonrisa, comenta que ese fue el más grande logro que obtenido en el deporte.
Es la hora del almuerzo y la familia Guamán Maza está preparada para comer. Las bromas, y burlas no pueden faltar por parte de sus tres hermanos varones, todos preguntando por lo que había hecho cada uno durante la mañana y lo que vendrá para ellos en la tarde. Se trata de una familia unida, en la cual Yadira y Janeth contribuyen con los gastos básicos, como alimentación, salud, vestido, entre otros.
Transcurre la tarde y Yadira usa su tiempo libre para relajarse. Escuchas música, lee y de vez en cuando revisa las redes sociales. Además con su hermana planifica su siguiente entrenamiento. Esa es la rutina de un deportista: entrenar y entrenar. Un estilo de vida que la campeona del sur del Ecuador la ha asumido y que incluso disfruta, siempre con la idea de subir al podio y dejar en alto a su familia, a Loja y al país.
DOS VISIONES DEL FÚTBOL LOJANO: LA DE UN ADOLESCENTE SOÑADOR Y LA DE UN FORMADOR DE TALENTOS
Por José Calva

Como suele suceder con la mayoría de jóvenes que se dedican al deporte o a cualquier actividad con pasión, su objetivo de continuar en el fútbol era inconmensurable. Al punto que convenció a sus padres para que lo inscribieran en una escuela especializada. Su meta siempre ha sido llegar a ser un excelente jugador. Sin embargo, mientras pasaba el tiempo, las responsabilidades aumentaban, tanto en la cancha como en el aula; él no bajo los brazos y ahora está cumpliendo su meta.
Se trata de John Torres, con tan solo 15 años, un joven soñador, quien forma parte del equipo Sub 15 de la Liga de Loja. Además cursa el primer año de bachillerato en el colegio La Dolorosa. Se trata de un joven lojano que, con su capricho, refleja la voluntad de un adolescente de formarse como atleta.
Para él, formar parte de un club es una gran experiencia. Dice que a los seis años su padre le dio el regalo que el niño tanto anhelaba: un balón. Desde entonces, en su tiempo libre, en su tiempo de disfrutar como personas de su edad, salía a jugar con sus vecinos, amigos e incluso con sus familiares. No había un solo instante en el cual dejara el balón de lado y hasta lo llevaba a la escuela. Un síntoma similar a los que tuvieron en su infancia, para citar dos casos, los astros del fútbol Diego Armando Maradona o Lionel Messi.
Y no es que John vaya a ser el sucesor de los famosos argentinos, pero, al igual que ellos, para el lojano el futbol es su vida. Por eso recuerda con nostalgia el día que decidió dejar sus estudios secundarios por el balompié, aunque sus padres no admitieron. Le dieron como única salida estudiar y jugar o simplemente solamente prepararse académicamente. “Creo que tomé la mejor decisión, soy muy bueno y responsable en el colegio y en la cancha”, asegura mientras domina el balón con su pierna derecha en el campo de juego de los prejuveniles de la Liga lojana, en uno de los parques de la capital lojana.
¿Qué busca John en el deporte que paraliza a la mayoría de población del planeta? Por lo pronto, y tal como Maradona y Messi anhelaban a su tiempo, quiere llegar a ponerse la elástica de su país, la camiseta tricolor.
Conocer el mundo por una pelota
Para el entrenador y formador de nuevos talentos, Patrick Jiménez, el futbol es una oportunidad de conocer nuevas personas, amigos, lugares. Mientras piensa en sus respuestas, y sus pupilos se mueven en la cancha, nos traslada hacia el pasado, pensando en lo feliz que fue de niño, recordando que lo único que quería era patear un balón de fútbol, al estilo Pelé, el brasileño considerado el “rey” de este deporte.
Con el paso del tiempo, Jiménez, sin embargo, optó por otra vía y se convirtió en profesor. En una suerte de tutor de los sueños de decenas de niños que, como la tuvo él, tienen la ilusión de destacarse en el balompié.
En su papel diario, Jiménez debe ordenar a sus alumnos para que recorran el campo de juego. Hace una pausa a su rutina y dice que un verdadero profesional de futbol se forma con responsabilidad, respeto y perseverancia. Con la meta de ser el mejor y, a la vez, pensando en sus compañeros, en ser solidario con los demás en un partido, sin importar el resultado, aunque se pierda, con la esperanza de que en el próximo juego se obtendrá la victoria.
El deporte, si bien es cierto es una actividad física pautada conforme a reglas y que se practica con finalidad recreativa, profesional o como medio de mejoramiento de la salud, bajo estas circunstancias tiene un amplio historial dentro de la historia humana, agrega el entrenador. Con el paso del tiempo ha sufrido variaciones menores, creándose nuevas formas de entender el deporte y dejándose de lado otras del pasado.
Los pupilos de Jiménez luchan cada balón, corren, gritan, se hacen bromas, mientras él los mira y reflexiona. El privilegio del futbolista profesional -dice- no radica solo en que pueda ganarse la vida con aquello que le gusta o que el fruto de su esfuerzo y su talento pueda levantar las más grandes pasiones. Se trata de un ser privilegiado porque solo debe ocuparse de su propio rendimiento.
El entrenador tiene claro que, por ser un deporte colectivo, el fútbol integra personas antes que desune. Admite que la vida del profesional es fácil, “no me refiero a eso de correr hasta vaciar toda la energía de cada músculo del cuerpo dos o tres veces por semana ni tampoco a las largas pretemporadas, a las sesiones diarias de entrenamiento o a no disponer nunca de días libres y fiestas. Digo que es fácil, a pesar de que los viernes por la tarde, cuando la mayoría está armando su plan para el fin de semana, el jugador se encuentre preparando su bolsito para ir a la concentración igual que, cuando, años atrás los amigos de la adolescencia se preparaban para salir de fiesta, él se ponía el pijama y se acostaba temprano”.
Aunque diga lo contrario, Jiménez tiene claro el sacrificio que implica ser futbolista profesional. Y los réditos que puede dar a quienes lo practican con responsabilidad. Y aquello quiere transmitir a sus alumnos, quienes sudorosos concluyen el entrenamiento y se retiran de la cancha. Mañana volverán a la misma rutina…